Decíamos que era urgente cambiar el modelo educativo para mejorar y dar soporte a la democracia que vivimos, trabajando en el desarrollo intelectual de niños y jóvenes. Mas no solo con inteligencia se salva un modelo de gobierno o de nación, se requiere también de fortalezas humanas que nos hablen con claridad de valores cívicos, principios éticos, condiciones morales que son parte de nuestra integralidad.
Por eso hoy, cuando el vandalismo quiere ser elevado a la condición de derecho humano, cuando la violencia sociopolítica no acepta ni admite respuesta frontal, cuando el heroísmo y la rebeldía se opacan ante la cobardía de no ser víctima, es tiempo en que nos preguntemos ¿qué clase de ciudadanos queremos tener o debemos tener para que la democracia subsista como un modelo practicable de gobierno, en el que las conveniencias ideológicas no estén por encima ni del Estado ni de la patria?.
Es evidente que junto al cientifismo, a la tecnología y a todos los logros de la inteligencia artificial a disposición, debemos trabajar en los soportes mismos de la persona humana, conscientes que no solo educamos o fortalecemos la inteligencia que aprende.
Es necesario trabajar en la identidad para ser auténticos, para rescatar nuestras raíces y tradiciones, y para poder entonces integrarnos al mundo global. Tenemos que forjar hábitos y valores; por decir algo, sin puntualidad y sin responsabilidad no se puede hablar de buena formación. Tenemos además que trabajar en el carácter, en la voluntad, soportes y carta de presentación de la personalidad de cada quien y por supuesto que tenemos que fortalecer el potencial humano del alumno.
Los aspectos éticos, estéticos, el reconocimiento y respeto del entorno, la solidaridad con el otro, son aspectos que la formación de hoy reclama más allá del puro acumular de conocimientos. El respeto por lo social, por lo humanístico, se vuelve imprescindible en la formación de la persona.
Ser inteligente no basta si esa inteligencia está solo basada en el conocimiento. Debemos trabajar en el alumno para que cultive su humanidad plena y sea demócrata.
Dr. Abelardo García Calderón