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Exaltación al Docente Católico 2019

La Federación de Establecimientos de Educación Católica del Guayas rinde homenaje al Docente Católico en la sesión solemne que se realizó este 7 de noviembre a las 16h00 en el Auditorio de la Unidad Educativa De La Providencia se condecoró a Docentes, Personal Administrativo y Personal de Apoyo por cumplir 25 a 50 años de servicio.

 

EL DIPLOMA DICE LO SIGUIENTE:

 

«POR SU LOABLE LABOR COMO EDUCADOR CATÓLICO, FORMADOR DE HOMBRES Y MUJERES AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD Y LA IGLESIA. UN DIGNO EJEMPLO DE PERSEVERANCIA Y DEDICACIÓN A LA DOCENCIA»

Nota en Diario El Universo, hacer clic => Educador católico: no todo es doctrina, también es vivencial

Exaltación al Maestro Católico por: Msc. Luz María Espinoza Paredes

Sesión solemne «Día del Maestro Católico»

 

El amor, constituye en sí, dar educación. – Eleonor Roosevelt

 

Buenas tardes, Hno. Richard Manosalvas, MSC PRESIDENTE DE LA FEDEC DEL GUAYAS, señores miembros de la mesa directiva, queridos maestros y maestras que cumplen 25, 30 años de labor docente e invitados especiales.

 

En este día especial quiero ante todo agradecer a Dios por esta oportunidad y expresar mi gran satisfacción, al sentirme halagada de pronunciar algunas palabras de admiración y respeto por el maestro católico, aquel hombre o mujer que consciente de su rol de formador ha dejado huellas que han marcado el sendero de la vida de cada alumno, siendo parte imprescindible en la formación cristiana, moral y académica, permitiendo la construcción y transformación del país en el ámbito educativo, además recordamos el natalicio de un gran educador, como fue el Santo Hermano Miguel, quien dedicó parte de su vida a la enseñanza, siendo ejemplo de vida cristiana, pedagógica y académica.

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En pleno Siglo 21, cuando las tecnologías han influenciado de manera radical la forma de enseñar, la educación conserva su poderoso componente de motor social, que es el docente y del cual formamos parte todos, y como nunca, sigue siendo la piedra angular en el progreso y desarrollo de los pueblos.

 

Mucho tiempo ha pasado desde los inicios de la modernidad, cuando el rol del maestro comenzó a definirse profesionalmente, en la medida en que las familias delegaban en la escuela parte de la formación de sus hijos.

 

Efectivamente, esta alianza entre las escuelas y las familias fue uno de los factores decisivos sobre los que se edificó la institución escolar, llegando la escuela a adquirir ese perfil tan peculiar de “segundo hogar”, y los docentes, de “segundos padres”, debiendo el maestro asumir la delicada misión de completar, a través de la instrucción, la educación recibida en casa.

 

Queridos compañeros, colegas docentes, no me considero una eminencia de la educación, sin embargo, Dios me ha dado la oportunidad de estar con ustedes este día, y me gustaría compartir mi experiencia, que ha sido en las edades tempranas, por más de 25 años y es, en esta edad donde la inocencia, curiosidad y espontaneidad de los niños, conmueven mi corazón diariamente. Más alla de impartir clase y brindar una educación integral, el interactuar con estas edades, me ha llenado en lo más profundo como persona y me ha permitido crecer como el ser humano que soy hoy.

 

Es así, que el papel del docente está cimentado en la vocación. Y sólo es docente, aquel que siente la pasión de ser maestro, que asume la tarea de enseñar, más que con palabras, con amor y principios éticos y morales.

 

Citando a Paulo Freire, el maestro es un forjador de sueños, un obrero de la esperanza, un labriego de ilusiones, que inflama en sus estudiantes la llama que causa sed de conocimiento, pero ante todo, somos estimuladores de los verdaderos valores de la humanidad formando, seres humanos conscientes de sus potencialidades, ciudadanos comprometidos con el bien común y compasivos ante el sufrimiento humano”

 

Para que esta tarea se cumpla debe existir un compromiso AFECTIVO pues debe lograrse la total empatía con el estudiante, buena parte del éxito suele depender del especial vínculo que se establece con los alumnos. En estos tiempos donde los estudiantes tienen acceso, a todo tipo de información negativa, la comunicación familiar es escasa y una vida acelerada, cabe reflexionar sobre el papel del maestro en la actualidad, exige reconocer, que ningún tiempo puede ser más difícil o fácil que otro.

 

Cada época tiene su propio paradigma, que expone las expectativas de cada generación. A nosotros, nos toca asumir una realidad compleja y acelerada, en donde coexiste simultáneamente con el acceso a las nuevas tecnologías de la información, como nunca antes fue posible en la historia de la humanidad.

 

De allí que consideremos que la educación debe ser vista como una perspectiva del tiempo, es decir, el hoy y el futuro, aceptando la famosa frase de San Agustín: “el futuro será lo que hagamos hoy”, vale decir, el futuro se construye con lo que hacemos o dejemos de hacer.

 

No es fácil enseñar, puesto que ello conlleva una gran carga y una gran responsabilidad, la cual no es otra que la de predicar con el ejemplo.

 

Cómo educador es importante preguntarnos todos los días­

¿Cómo estoy haciendo mi labor docente?

¿Cómo puedo llegar a mis estudiantes?

¿Cómo lograr aprendizajes significativos?

¡Autoevaluémonos para alcanzar la excelencia educativa!

 

El futuro está en manos de la educación, y más concretamente, en los educadores, siendo esto solo posible si, como docentes, creemos que con nuestra vocación por enseñar podemos establecer una profunda influencia positiva en el espíritu y el corazón de nuestros alumnos.

 

Hoy nos encontramos aquí reunidos para exaltar la labor del docente católico, personal administrativo y de apoyo que desde cada uno de sus espacios y a través de los años han realizado su trabajo con entrega, humildad y pasión.

 

Quiero concluir felicitando a todos y cada uno de ustedes que inspiran confianza y responsabilidad para seguir educando el corazón de los niños y jóvenes con su hermoso corazón de formadores, cual escultor talla su obra más preciada.

 

Estoy convencida que ningún reconocimiento, o medalla, será suficiente para valorar nuestra hermosa labor.

 

Mi invitación para ustedes, a seguir este apostolado de la enseñanza con un alto esquema de valores, que nos lleve a ser verdaderos profesionales de la docencia y que el Todopoderoso nos otorgue su infinita sabiduría para seguir guiando a niños, niñas y a la juventud , la cual han tenido la bendición de encontrarse en su camino, sabiendo que no es posible la transformación de un país, si esta no comienza por las aulas y que, quienes construyen los cambios sociales, somos todos nosotros.

 

Eternamente agradecida por la vocación que Dios me ha dado y por poder trabajar hombro a hombro con hombres y mujeres ejemplares como ustedes. Me despido. Gracias.

 

Es para nosotros un honor haber contado con la presencia de cada uno de

nuestras instituciones Federadas.

Confiamos en que, juntos, sigamos formando una juventud en gracia y sabiduría plena.

 

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